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El desarrollo de esta receta tradicional dentro de las familias ecuatorianas es una práctica generada a través de saberes y conocimientos que se comparten de generación en generación, la cual perdura con el transcurrir del tiempo.

La comida en general es algo efímero, el acto de cocinar es un modo de expresión y la gastronomía tradicional ecuatoriana denota un sentido de identidad para el país, por eso llega a ser patrimonio intangible del Ecuador.

El acto de guardar, anotar, recordar esta receta hace que perdure como una tradición culinaria que en el caso de la colada morada y las guaguas de pan, se prepara en “el día de los difuntos”, cada 2 de noviembre, como una ofrenda o culto a los muertos.

Nicolas Bourriaud en su explicación sobre el arte relacional determina que “El arte es un estado de encuentro”, en el que lo más importante son las relaciones generadas en el espacio. La preparación y el compartir que se generan al realizar la colada morada, las guaguas de pan o cualquier otra receta, hacen que se formen vínculos y relaciones entre las personas; es un motivo para que la familia se reúna.

Al compartir esta práctica o habilidad a otras generaciones se está transmitiendo conocimiento por experiencia. Al momento de cocinar, además, se despiertan todos nuestros sentidos, lo mismo que sucede con el arte.

Al preparar la Colada Morada activamos nuestros cinco sentidos… Empezando por lo visual al poder observar los hermosos colores y formas de las frutillas, mortiños, moras, piñas, naranjillas, etc. El tacto, al poder sentir las texturas de los diferentes ingredientes como la harina, las diferentes frutas, sus formas y tamaños, al picarlas para hacerlas almíbar… El olfato es uno de los sentidos que más se desarrolla al cocinar, podemos percibir el olor de la panela, los diferentes olores de las frutas y las fragancias como: la canela, el clavo de olor, el ishpingo, la pimienta dulce y no se diga de las hierbas como: el cedrón, la hierba luisa y las hojas de naranjo que hacen que toda la casa tenga un aroma rico y dulce. El oído es parte importante de la cocina, cuando escuchamos el sonido de la ebullición de la colada, sabemos que está lista. Y finalmente, uno de los principales, el sentido del gusto al saborear cada ingrediente en nuestra boca y sentir esa identidad: ese sabor a nuestra tierra.
Creo fielmente que el acto de cocinar y compartir es un arte, que genera saberes, habilidades, experiencias e historias, las cuales nos enriquecen y nos van generando una identidad que no debemos dejar en el olvido, ya que pueden llegar a perderse. Está en nuestras manos continuar difundiendo estas tradiciones!

Por Nataly Santracruz, Artista Visual y Chef de Cuisine – Equipo LUDOMENTIS

Referencias:
Unigarro, C. (2010). Patrimonio Cultural Alimentario. [archivo PDF]. Quito. Fondo editorial Ministerio de Cultura. Recuperado de http://www.flacsoandes.edu.ec/libros/digital/52870.pdf

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